sábado, 25 de diciembre de 2010

Crítica Navidad

Tristeza en NavidadEl bullicio, las compras, las comidas familiares y el espíritu navideño gustan a muchos, pero provocan rechazo a otros tantos que no soportan la Navidad y que no siempre sobreviven a ella con éxito. Así, Nochebuena y Nochevieja son fechas críticas en las urgencias psiquiátricas, que ven llegar a pacientes desbordados por el estrés que provocan estas fiestas en algunos, la soledad y el sentimiento de tristeza que dejan en otros, sin olvidarnos de los desencuentros en la mesa.
Antes de los días festivos, no se nota más afluencia de pacientes en las consultas, que sí llenan sin embargo las agendas en enero, cuando comienza un nuevo año.
La Navidad no gusta, generalmente, a quienes han sufrido la pérdida de un ser querido recientemente, a los que viven solos y a los que provoca un cierto hartazgo por lo que tiene de comercial y de poco sincero, pero estas personas no están enfermas. En las que sí lo están, es decir, las que tienen problemas psicológicos o psiquiátricos, a veces las navidades sí actúan como un amplificador y hacen que estos días sean más críticos para ellas.
Aunque cada caso es distinto, es recomendable para quienes no les guste la Navidad que no se metan demasiado en ella, si bien tampoco deben aislarse del mundo. Lo que hay que hacer es no entrar mucho en las circunstancias que provocan malestar. Así, si una persona vive sola y no le gustan estas fiestas, lo mejor es que las pase como cualquier otro día.
Los que lo pasan mal en Navidad no deben meterse tampoco en una burbuja y pueden participar de las fiestas, pero siendo siempre ellos mismos. Es decir, si a uno no le va lo de cantar y no puede ser el rey de la fiesta, que no lo pretenda ni lo pase mal por no serlo. Tampoco pasa nada si alguien que está atravesando un duelo por la pérdida de un ser querido tiene que llorar; es una reacción normal a un estímulo normal.
Eso sí, si no hay problemas de base como puede ser una depresión, el rechazo que provoca en algunos la Navidad no es una enfermedad, sino un estado de tristeza pasajero que hay que abordar como mejor se pueda y si es necesario, con ayuda.